En el Diccionario de Política, de Bobbio, Matteucci y Pasquino, Giampaolo Zucchini, define la oposición política como “la unión de personas o grupos que persiguen fines contrapuestos a aquellos individualizados y perseguidos por el grupo o por los grupos que detentan el poder económico o político o que institucionalmente se reconocen como autoridades políticas, económicas y sociales respecto de los cuales los grupos de o. hacen resistencia sirviéndose de métodos y medios constitucionales legalistas o ilegales”.
De su lado, el destacado politólogo italiano Gianfranco Pasquino, en su obra La Oposición, considera que la oposición “debe ser dura o inflexible; constructiva o intransigente; crítica o conciliadora; propositiva, es decir, con la mirada puesta a largo plazo, o reactiva, esto es, luchadora de batallas cotidianas”.
Pero ¿cómo se puede calificar la oposición que, hasta ahora, le han hecho los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Fuerza del Pueblo (FP) al gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM)?.
Iniciemos con la principal debilidad de la oposición: la división. Como se sabe, una oposición dividida camina inevitablemente hacia la derrota. Producto de esto, la oposición ha sido poco efectiva
Como se puede apreciar, sin necesidad de un estudio profundo, desde que el PRM llegó al poder en el 2020, bajo la conducción de Luis Abinader, la oposición, liderada por el PLD y Fuerza del Pueblo, no han sido un eficiente contrapeso político, producto de la división y la falta de propuestas claras.
El PLD ha apostado por una oposición frontal, centrada en denunciar presuntos casos de corrupción, el manejo de la economía y el endeudamiento externo. Aunque estos temas son relevantes, su discurso ha carecido de credibilidad debido a los escándalos que aún pesan sobre sus gestiones pasadas.
Por su parte, Fuerza del Pueblo, ha adoptado un tono más técnico, criticando con insistencia la política monetaria, la inflación y la deuda.
Sin embargo, su discurso no ha calado profundamente en la población, que percibe la oposición como una lucha de egos entre los dos expresidentes del pasado. Mientras que el PLD, bajo el liderazgo de Danilo Medina, llevará un candidato que no ha ocupado el cargo de presidente, pero que galopará hacia las elecciones del 2028 en un caballo cargado de pesadas culpas, provocadas por su paso por el poder, mientras que, por su lado, Fuerza del Pueblo, con su candidato, el expresidente Leonel Fernández, lleva en la espalda un rechazo de los electores, generado por sus tres gestiones de gobierno.
En su paso por el poder Ambos partidos han coincidido en algunos frentes comunes, como el levantamiento de la bandera de la inflación, que es una de los más bajas de la región, tomando en cuenta que está dentro del rango meta del 4%, la deuda, que en sus gobiernos justificaban y se mantiene entre los países con menor proporción de deuda en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina y el Caribe, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y, finalmente, la inseguridad, que está más controlada que en los años que gobernaron Leonel Fernández y Danilo Medina.