Editorial Opinión

Ordenada y pacífica

Ordenada y pacífica

La campaña electoral transcurre hasta hoy de manera ordenada y pacífica desde mucho antes de que la Junta Central Electoral (JCE) declarara oficialmente abierta la competencia comicial, lo que habla muy bien de la fortaleza del sistema democrático y de la civilidad de líderes, candidatos y electores.

Durante el fin de semana último, candidatos presidenciales se dispersaron por los cuatro puntos cardinales en concurridas marchas, caravanas, mítines y encuentros, cada cual pontificando las bondades de sus propuestas y desfigurando las de sus adversarios, en un ambiente de distención política.

Pese a que las próximas elecciones serán para escoger alcaldes, regidores y directores municipales, la contienda electoral ha hecho énfasis en la promoción de los aspirantes presidenciales Luis Abinader, Leonel Fernández, Abel Martínez y Miguel Vargas, aunque todos arrastran a sus respectivos candidatos a la municipalidad.

Ya no se habla de tregua navideña, quizás porque los competidores promueven respeto a las reglas de juego, o porque la población ha madurado lo suficiente y asumido experiencia de otros procesos matizados por violencia e irracionalidad, lo que en cualquier caso habla muy bien de la fortaleza institucional.

La JCE cumple cabalmente su rol de árbitro y organizador de dos certámenes comiciales caracterizados por su complejidad y por el intenso activismo de partidos y candidatos en los aspectos promocionales, administrativos y contenciosos, aunque la mayoría de sus decisiones se aplican por consenso.

Como aspirante a la reelección, al presidente Luis Abinader le corresponde diferenciar su condición de jefe de Estado con la del candidato, a los fines de que ninguna de sus actuaciones o decisiones como gobernante sean denunciadas como ventajosa en el plano electoral.

La oposición política debería también abordar los asuntos de Estado con ojos y lupas muy distintos a los que dispensa a promesas electorales que emanan del competidor oficial, porque aunque suene raro, el mandatario está obligado a desdoblarse en sus roles de presidente y candidato a la reelección.

Un buen consejo que se ofrece a todos los intervinientes en la ya intensa campaña electoral sería que todos tomen un receso a partir del 15 de diciembre, para que centren sus actividades en procurar que la población disfrute el periodo de Navidad y Año nuevo, porque hasta el Altísimo tomó al menos un día de descanso.

El Nacional

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