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ORTO-ESCRITURA

ORTO-ESCRITURA

El  tema de los apodos, alias, motes y seudónimos ha sido tratado en esta columna  desde el punto de vista ortográfico, particularmente del uso de la mayúscula.  Sin embargo, en atención a una sugerencia del licenciado José del Carmen Metz, apreciado lector,  trataremos  otros aspectos.

Distintas causas  inciden para que a las personas se les llame por  nombres que no son realmente el suyo. La vanidad de la propia persona, la malicia  e intención desconsiderada de otras, como la ignorancia misma, pueden intervenir para que esto ocurra.

Hay diferencias semánticas en los elementos citados en el título del artículo,  pero no deja de ser compleja la clasificación. Veamos.

Alias. (Del latín, otro). Significa por otro nombre. Es la más general de estas palabras, pues cualquier forma de llamar a alguien que no fuere  su nombre, viene a ser un alias. Pero, cuidado. Esta palabra ha adquirido la connotación que le ha dado la policía en toda parte del mundo.

Se usa alias pospuesto al nombre y antes del otro nombre por el que se le conoce. Ejemplo: Pedro Pablo León, alias el Capo; José David Figueroa, alias Junior Cápsula; Alfonso Pérez, alias el Chivo.

Apodos. El Diccionario define  esta palabra como nombre dado a una persona por un defecto físico u otra circunstancia. De acuerdo con esto, apodo serían: el Flaco, Boquepiano, el Sangrú, Cabezón, Patepalo, Bembe de trocha, Lenguasuave… Incluso, antes que apodo existe el verbo apodar (del latín putare, juzgar). Es decir, quien apoda juzga.

 La Ortografía de la lengua española (pág. 469)  define conjuntamente  apodos y alias como “denominaciones de carácter descriptivo basadas en algún rasgo o condición de la persona a la que nombran, que se  utilizan acompañando a su nombre propio o en sustitución de éste”. Y pone los siguientes ejemplos: Lola Flores, la Faraona; Sandro, el Gitano; José Nemesio, alias el Chino, y Roberto Gómez Bolaños, alias Chespirito. Los  ejemplos indican que las “circunstancias” referidas en la definición cubren un amplio espectro.

Sobrenombres.  Son calificativos que siempre se acompañan del nombre propio. Se escriben con mayúscula inicial y el artículo que los precede va en minúscula: Alfonso X el Sabio; Isabel la Católica; Fernando el Católico; Felipe el Hermoso; Pedro el Cruel.

Seudónimo. Funciona efectivamente como un nombre, aunque se trata de un nombre falso que se ha  puesto la persona para actuar como artista: escritor, músico, cantante, pintor. Son bien conocidos los casos de: Azorín (José Martínez Ruiz),  Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento),  León David (Juan José Jimenes Sabater),  Anthony Ríos (Froilán Antonio Rodríguez) o Fausto Rey (Ramón Sepúlveda). 

Mote. Sobrenombre que se da a una persona por una cualidad o condición suya. Así lo define el Diccionario. Me parece vaga y hasta contradictoria por el uso de la denominación “sobrenombre”.

Entonces ¿dónde entran estos: Toño, Charo, Quico, Ito, Pepe, Niní, Paco, Nena, Tití, Fello, Mili, Toni, Tito, Chichí y  otros  tantos nombres afectivos? Ni son motes ni son apodos, son nombres hipocorísticos, es decir cariñosos.

El Nacional

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