La muerte la noche del sábado de al menos 16 personas que viajaban en un camión embestido de frente por otro que transportaba un furgón en la carretera Sánchez-Nagua, consterna a la sociedad y reconfirma la trágica condición de las carreteras nacionales como alfombras de muerte.
Las víctimas, que viajaban en la parte trasera del camión Daihatsu, retornaban de un culto religioso celebrado en la comunidad de Guaraguao, y la tragedia se produjo en el kilómetro 9, en la zona conocida como Cruce de Majagua.
Debe recordarse que República Dominicana figura como el segundo territorio en el mundo con mayor número de muertes por accidentes viales, lo que se atribuye en primer término a inobservancia o violación de las leyes de tránsito.
En torno a esa desgracia concurren violaciones tales como transitar un vehículo de carga repleto de pasajeros, rebase temerario de un camión-patana y falta de luces y señalización en una carretera de gran tránsito, factores muy comunes en toda la geografía nacional.
A ese cuadro común de inseguridad vial se agregan las imprudencias de motociclistas que transitan en forma temeraria en autopistas y avenidas, desprovistos la mayoría de casco protector, luces y tablillas de identificación.
Camiones, patanas y motocicletas se erigen como dueños y señores de autopistas, carreteras y avenidas, principales violadores de las leyes de tránsito y, por consiguiente, causales de accidentes fatales.
El municipio de Sánchez, en la provincia de Samaná, y toda la sociedad expresan luto y consternación por el fatal accidente que provocó la muerte de 16 personas y heridas graves a otras doce.
En medio del dolor que causa esa nueva tragedia de carretera, se reclama que las autoridades apliquen de manera firme, continua y decidida la Ley de Tránsito, a los fines de evitar que las autopistas nacionales sean lo que son hoy: lienzos de muerte y dolor.