ESTO PIENSO, ESTO CREO

Padecemos de las malas mañas que nunca mueren

Padecemos de las malas mañas que nunca mueren

Para mí, la vida es algo espectacular que aun el hombre no ha podido expresar en toda su grandeza lo que esta significa. Siquiera los poetas lo han logrado, muy a pesar de su sensibilidad para cualquier espacio o cosa, convertirlo en algo glamoroso, incluyendo estos tiempos mórbidos y descorazonados que tienden a disminuir el verdadero valor de la vida cualquerizando pensamientos, principios y valores.

Por eso, solo un poeta puede expresar, como lo hizo uno en algún lugar y momento, que “un instante placentero y desbordante de vida gloriosa, vale más que toda una existencia en las sombras” y, vaya usted a ver cuanta verdad cabe dentro de esta expresión.

Todo esto tiene sentido para creer que vale la pena vivir, claro, menos para esa inmensa mayoría que ejerce la profesión de político.

Lo insano prevalece por encima de cualquier otro criterio de vida en estos personajes que día a día ya han dejado de sorprendernos con sus argucias y malas artes.

Este pueblo parece estar sujeto por los colgantes por parte de una claque política indolente y abusiva, proclive a la indelicadeza y las operaciones de engaño que con sus manos enguantadas en blancos guantes, con una nos exprimen y con la otra sostienen el devocionado clamando a Dios por nosotros.

Desearía no haber tenido razón cuando expresé; que no podía haber cambios radicales en nuestros comportamientos en cuando al Estado y peor aún, al comportamiento incivilizado de una gran mayoría de la ciudadanía, porque en la misma medida que los políticos, para triunfar, se comprometen, el peso de ese faldo les limita su buen accionar y por encima de todos sus buenos deseos, ya que demasiado pesan eses cargas para siquiera moverse libremente.

Muy a pesar de todo, nos encontramos en un buen momento de nuestra historia para zarandear y despojarnos por siempre de ese lastre político que arrastramos, donde al parecer, necesitamos impactar de tal manera en todos esos intereses particulares, que están muy por encima del pueblo, que algo estalle cual si fuese una bomba atómica en el atolón Bikini y arrase por siempre con este accionar impúdico de la gran mayoría de nuestros políticos, convertidos en verdadera jauría solo en busca del erario.

Avergüenza el ver cómo se establecen claque de negociantes y políticos para hacer con este pueblo lo que les viene en ganas y nada pasa, porque esas malas mañas se presentan cual si fuesen el doctor merengué.

La otra parte que no permite coger el verdadero camino, lo lleva a cabo la justicia, ciega para unos, tuerta para otros y con los ojos bien abiertos para todo lo que trata con los políticos.

Como ejemplo, podemos referirnos a esos “negocios” que nacen en esos fiordos oscuros e insondables de la política y que permanecen intocables, porque la ciega no los ve.

Nos referimos al negociazo de los peajes, que nacieron en la oscuridad y ahí permanecen aún y alguien prendió una velita. Solo existen para recaudar y repartirse el dinero del pueblo, pero, sin prestarle un servicio digno, porque en realidad, eso no les importa un bledo. 

Los tapones que se producen, principalmente en el de la autopista Las Américas, simplemente parte el alma, y todo, porque los equipos electrónicos -para lo cual usted paga por sus servicios-, son obsoletos, prácticamente inservibles, pero, nadie ve nada y al parecer, tampoco le importa a nadie con autoridad.

En ocasiones me cuestiono si es que los funcionarios no pasan por los peajes; si es que no transitan por estas autopistas de la muerte; si es que consideran que el tiempo de ellos es el único importante y, por ese rail se nos va el tiempo y las esperanzas de algo mejor. ¡Sí señor!

El Nacional

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