Siempre se ha dicho que para contener y reducir la corrupción hay que poner fin a la impunidad, sin reparar que la impunidad es la metástasis de la corrupción en la administración de justicia y la aplicación de la ley.
Para que desaparezca o disminuya la impunidad es necesario sobretodo eliminar de raíz, debilitar, desmontar, las múltiples estructuras, sistemas y culturas de corrupción, asi como los factores y relaciones de poder que hacen posible su reproducción.
La experiencia de juicio y castigo, sin dudas, resulta imprescindible, pero cuando la corrupción está asociada al Estado Débil, en caída, camino a convertirse en fallido, nunca será suficiente, y puede hasta resultar engañosa. Se precisa un cambio profundo que debe empezar propiamente en los valores, actitudes y creencias dominantes, colectivos e individuales.
Si una sociedad valora a las personas solo por los patrimonios que tienen y ostentan; si las lealtades superiores a la Patria y a Dios están socavadas, y las familias amenazadas con su desintegración… si la conciencia moral de la ciudadanía no se fortalece resistiendo el avance de una cultura global materialista, consumista, hedonista, relativista, individualista…si la esencia de la política maleada es repartir como favores lo que debe garantizar como derechos y libertades, o dispensar como gracia el incumplimiento de los deberes… si el campo de inversión más rentable es la competencia electoral para la captura encubierta de los reguladores públicos, por parte de los dueños y señores de la Finca con Pasaporte RD -reforzados por el crimen organizado trasnacional, el partido de la sociedad civil Usaid y/o Sorosiana, y la facción haitiana, cada vez con más poder-… no habrá manera de frenar y reducir la corrupción y la impunidad… ni de impedir que sigan minando las bases de la República hasta su derrumbe.
Al contrario, el sistema vigente sabe bien como sacrificar algunos culpables cada cierto tiempo, para entretener el morbo popular, aplacar la sed de justicia del pueblo, o ajustar cuentas entre rivales. Sabe como lograr que los escándalos se vayan solapando unos tras otros, en una apabullante sucesión mediática-con la técnica eficaz de La Caja China-…en un cínico ejercicio de Gatopardismo.
En esas condiciones, solo una Gran Revolución Nacional Patriótica-la Revolución del Proyecto Nacional Republicano-, quizás la más grande y exigente de toda nuestra historia, evitará el colapso del Estado y la desaparición de la nación… En momentos en que peligra la dominicanidad, el gran actor que debe entrar en escena es el pueblo soberano y unido.
PELEGRIN CASTILLO SEMAN
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