PITTSBURGH, AP.— Paul Skenes quería lanzarle a Shohei Ohtani algo más que una bola rápida.
Sólo que no pudo.

Ninguno de los movimientos de Skenes había funcionado realmente durante su calentamiento, por lo que el novato de los Piratas de Pittsburgh se quedó mirando al que posiblemente sea el bateador más peligroso del béisbol durante la primera entrada del miércoles por la noche y dejó de fingir.
Tres veces Skenes desplegó su cuerpo de 6 pies 6 pulgadas y envió una bola rápida al norte de las 100 mph a Ohtani.

Y tres veces el bateador designado de los Dodgers de Los Ángeles desató su característico swing, dejando caer su pie derecho para darle espacio para moverse al bate que prueba los confines más lejanos de los estadios con alarmante regularidad.

Y Ohtani falló. Una vez. Dos veces. Tres veces.
Major League Baseball comenzó a rastrear lanzamientos en 2008. Ese enfrentamiento en la primera entrada en lo que se convirtió en la victoria de Pittsburgh por 10-6 marcó la primera vez que un lanzador abridor lanzó tres strikes consecutivos en tres dígitos en los que el bateador hizo swing y no logró hacer contacto en cada ocasión.