En los barrios populares la gente no se ha acogido al uso de mascarillas ni al distanciamiento contra el coronavirus porque sea alega que se trata de una enfermedad de ricos. Ese criterio prevaleció en la “peregrinación” que encabezó Mildomio Adames desde Villa Altagracia hasta Puerto Plata, cargando una cruz y acompañado de decenas de personas, para orar por la rápida desaparición del virus. Lo más inquietante de todo es la ignorancia y el fanatismo que asoman en un sector de la población frente a la lucha contra la pandemia que hasta ayer en el país había cobrado unas 278 vidas. De haberse impedido la peregrinación, que entró a Puerto Plata seguida por una muchedumbre, ambulancias del Sistema Nacional de Emergencia 9-1-1 y agentes de la Policía, se hubiera evitado el revuelo, con sus matices politiqueros, que se ha creado. En la marcha había gente sin mascarillas y el distanciamiento social era mínimo. El escándalo ocurre a la entrada a Puerto Plata, con la ocupación de la catedral San Felipe Apóstol por decenas de creyentes para rezar contra la enfermedad y con la aglomeración en la playa del malecón de la ciudad. En la marcha había hasta una disco light que la acompañó por unos 18 kilómetros desde Maimón hasta la playa donde Adames, dentro del agua, efectuó la ceremonia. Por el alboroto el comandante de la Policía de Puerto Plata fue suspendido y el alcalde Roquelito García se ha desligado de su organización. Pero es obvio que además de la permisividad está el problema de la ignorancia.

