En este tiempo convulso y polarizado, en el que algunos países son gobernados por presidentes que, igual que los dictadores del siglo XX, se han ido engullendo las instituciones, es conveniente releer Elementos de Teoría Política, de Giovanni Sartori, una destacada obra en la que este influyente politólogo contemporáneo analiza los mecanismos de funcionamiento de la política y las instituciones.
Se trata de presidentes cuya elección tiene su origen en un voto emocional y extremadamente desinformado, lo cual sirve de base para la personalización del poder, que es un fenómeno recurrente y problemático en la vida política. Este concepto, abordado con la profundidad y claridad que caracterizan a Sartori, describe la tendencia de ciertos sistemas políticos a desplazar el protagonismo desde las instituciones hacia los individuos, generando consecuencias tanto para la democracia como para la estabilidad del Estado.
Para Sartori la política debería sustentarse en instituciones sólidas que regulen el poder, lo limiten y lo distribuyan. Sin embargo, muchas veces, como ahora en algunos casos, el poder se concentra en una figura que, por carisma, autoridad, manipulación mediática o debilidad institucional, se convierte en el eje de la vida política.
Para el destacado maestro italiano, la personalización surge cuando las instituciones no cumplen su papel de mediadoras y cuando la ciudadanía, en lugar de confiar en los procedimientos, deposita sus expectativas en líderes particulares. Este fenómeno se refuerza en contextos donde los partidos políticos se debilitan, los parlamentos pierden relevancia o el sistema judicial se somete a presiones del Ejecutivo. El resultado es un poder menos institucionalizado y más vulnerable a arbitrariedades.
En ese sentido, se debe estar consciente que cuando se personaliza el poder se erosiona la democracia. En ese contexto, Sartori sostiene que la esencia del régimen democrático consiste en un sistema de frenos y contrapesos, diseñado para evitar la concentración de poder en una sola instancia. Cuando el peso de un líder eclipsa las instituciones, se abre el camino al decisionismo y al debilitamiento del pluralismo. La democracia deja de ser un gobierno de reglas para convertirse en un gobierno de hombres.
También se debe tomar en cuenta que la volatilidad es un elemento negativo. Si las decisiones y el rumbo del país dependen más del carisma o del estilo de un líder que de un entramado institucional, cada cambio de dirigente puede implicar una transformación radical del sistema. Esto reduce la previsibilidad y la estabilidad, elementos esenciales para el desarrollo económico, social y político.
Frente a este panorama, Sartori insiste en que la mejor defensa contra la personalización del poder es la institucionalización robusta. Esto supone diseñar marcos constitucionales que distribuyan el poder, fortalezcan los partidos políticos como canales de representación, garanticen la independencia judicial y promuevan una cultura política que valore las normas por encima de los individuos.