Editorial Opinión

Poca voluntad

Poca voluntad

Muchos discursos, muchas teorías y hasta compasión ha habido sobre la crisis haitiana, pero poca voluntad para enfrentarla. No se ha visto el primer paso que genere optimismo.

La falta de voluntad para intervenir frente al colapso de ese país se ha evidenciado en el aéreo reclamo de las Naciones Unidas a sus miembros en el sentido de que cada quien considere la forma en que podría participar en el despliegue de una fuerza internacional para restaurar el orden y la seguridad en la sufrida República.

Si hubiera algún tipo de interés, Estados Unidos, que es el gran líder económico y político de la región, hace tiempo que hubiera creado esa fuerza que, como dijo el canciller dominicano en la Asamblea del Consejo de Seguridad de la ONU, se torna cada vez más urgente para detener la beligerancia de las pandillas y enfrentar los males sanitarios y alimenticios que sufre la población.

Las sanciones de Estados Unidos y Canadá a políticos y pandilleros nada han representado frente a la crisis. Y ninguna nación con capacidad para intervenir se siente aludida ante el llamado de la ONU para que busquen la manera de hacerlo, si Washington y las principales potencias de la región no ejercen mayores presiones y dan un paso al frente. El primer ministro haitiano, Ariel Henry, ha vuelto a reiterar que el despliegue de tropas es esencial para restaurar la seguridad y la gobernabilidad en la nación.

No debe esperarse que más haitianos mueran tratando de escapar de la crisis para decidir emplazar tropas. El ministro dominicano de Relaciones Exteriores puso el dedo en la llaga al advertir que ya se cruzó el umbral de las buenas intenciones sobre una crisis a la que hasta el papa Francisco ha solicitado una solución siquiera humanitaria.

La Policía no está en capacidad de lidiar con pandillas que hasta bloquean el suministro de medicamentos y alimentos mientras la gente muere en los hospitales por falta de oxígeno o de inanición.

El panorama no puede ser más aterrador, en tanto las potencias rehúyen su intervención para no comprometerse con un problema que demanda una solución urgente. Porque a medida que pasa el tiempo más grave se torna.

El Nacional

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