El deterioro de la calidad de nuestros gobernantes durante las últimas décadas, la degeneración de los hábitos y costumbres de nuestro pueblo y las ominosas amenazas que se ciernen hoy sobre el país, no obligan a mirar hacia atrás, comparar líderes pasados y presentes y reflexionar sobre el futuro que nos espera. Lo hicimos y ello nos llevó a la conclusión de que:
- Dirigir el proceso de transición de una férrea y prolongada dictadura hacia una democracia sin tener que pasar por un largo y calamitoso periodo de caos y destrucción.
-Llevar un pueblo -pobre y atrasado- por caminos de paz y progreso inmediatamente después de éste protagonizar una guerra civil que culminara con la invasión militar de un rapaz y violento imperio.
-Planificar, y dirigir exitosamente la ejecución de un vasto y estratégico plan de desarrollo de infraestructuras materiales (indispensables al progreso económico-social), utilizando para ello una maquinaria humana preponderantemente incapaz e infectada por los gérmenes de la corrupción y lo que es mas sorprendente, apoyándose en recursos financieros propios (fruto de un riguroso ahorro interno), rechazando el endeudamiento externo.
-Negarle e impedirle a Estados Unidos el establecimiento de campamentos para refugiados haitianos en nuestro país…
Son logros históricos imperecederos que sólo seres con atributos personales excepcionales pueden alcanzar.
Ojalá y “quiera Dios” nuestro actual presidente, milagrosamente, pueda ser dotado de algunos de esos atributos para que, contra viento y marea, dirija hacia destinos de salvación a este pueblo, hoy confundido, desmoralizado, ruinosamente endeudado y; lo que es mas grave, en la antesala de una nueva y devastadora ocupación haitiana.
¡Qué proeza tan colosal sería esa! ¡Qué milagro de salvación tan portentoso!
Por: Ramón B. Castillo S.
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