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Poesías a la Patria

Poesías a la Patria

Desde que el tiempo fue concebido por el hombre como sombra y herida de su destino, los poetas han respondido al llamado que la patria ha sabido “modelar” como eco inmarcesible de una llama impostergable.

Se trata de la forja lírica de una esperanza, y del fortalecimiento de una identidad cultural; vuelta  símbolo, emblema o alegoría de un sueño y anhelo libertarios, que enrumba su sagrado propósito desde el centro de las más caótica y prodiga mismidad, hasta la toma de conciencia por parte de la colectividad, de la necesaria consecución de un espacio tenido e intuido como propio, que nunca pudo ser mejor cantado y contado por artistas y escritores de evidenciada valía, indiscutible trascendencia y denodada significación.

Pedro Mir

Si alguien quiere saber cual es mi patria

Si alguien quiere saber cual es mi patria

no la busque,

no pregunte por ella.

 Siga el rastro goteante por el mapa y su efigie de patas imperfectas.

No pregunte si viene del rocío

o si tiene espirales en las piedras

o si tiene sabor ultramarino

o si el clima le huele en primavera.

No la busque ni alargue las pupilas.

No pregunte por ella.

 

(¡Tanto arrojo en la lucha irremediable

y aún no hay quien lo sepa!

¡Tanto acero y fulgor de resistir

y aún no hay quien lo vea!)

 

No, no la busque.

Si alguien quiere saber cual es mi patria,

no pregunte por ella.

No quiera saber si hay bosques, trinos,

penínsulas muchísimas y ajenas,

o si hay cuatro cadenas de montañas,

todas derechas,

o si hay varios destinos de bahías

y todas extranjeras.

 

Siga el rastro goteando por la brisa y allí donde la sombra se presenta,

donde el tiempo castiga y desmorona,

ya no la busque,

no pregunte por ella.

Su propia sangre, su orbita querida,

su instantáneo chispazo de presencia,

su funeral de risa y de sonrisa,

su potrero de espaldas indirectas,

su puño de silencio en cada boca,

su borbotón de ira en cada mueca,

sus manos enguatadas en la fábrica y

sus pies descalzos en la carretera,

las largas cicatrices que le bajan

como antiguos riachuelos, su siniestra

figura de mujer

obligada a parir

con cada coz que busca su cadera

para echar una fila de habitantes listos para la rueda,

todo dirá de pronto dónde existe

una patria moderna.

Dónde habrá que buscar y qué pregunta

se solicita. Porque apenas surge la realidad y se apresura

una pregunta, ya está la respuesta.

 

No, no la busque.

Tendría que pelear por ella…

 

El dato

Pedro Mir nació en San Pedro de Macorís el 13 de junio de 1913 y murió el 11 de julio del 2000.

 

(Pasa a la página 33)

 

El Nacional

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