El retiro del proyecto de la Ley de Modernización Fiscal por parte del presidente Luis Abinader fue un triunfo del pueblo dominicano, y principalmente de la sufrida y abandonada a su suerte clase media, que con sus consensuados cacerolazos y las apariciones de líderes comunitarios en las vistas públicas llevadas a cabo en el congreso, logró vencer al gobierno; las autoridades se han empecinado en imponer políticas económicas que dispararían la inflación, destruirían los ahorros y pondrían sobre los hombros de la ciudadanía una «espada de Damocles» que la llevaría al patíbulo.
En la exitosa e histórica jornada en pro de la sobrevivencia de la gente, se erigió como vigía del derecho a subsistir sin arbitrios estranguladores de sus disminuidos recursos económicos, la clase media urbana, pequeña burguesía metropolitana que demostró durante todo el movimiento de protesta cohesión, solidaridad, inteligencia y en ningún momento cedió a las provocaciones de los oficialistas, que inclusive llegaron a anunciar que lanzarían a la calle turbas de perremeístas, con el fin de desbaratar los cacerolazos surgidos de manera espontánea en el Distrito Nacional.
Los residentes en Bella Vista, Serrallé, Naco, Piantini, urbanización Fernández, Paraíso, La Julia, Evaristo Morales, Julieta, el Millón, etc., ubicados todos en el polígono central capitalino, juntaron sus calderos para conformar una estridente «sinfonía en Fa Mayor», demostrando con su sonido, los gritos del silencio de la clase que se está erigiendo en portaestandarte de la institucionalidad en toda la sociedad.
Los ensordecedores ruidos de las ollas de estos héroes y heroínas anónimos no cesaron durante una semana, quedando evidenciado una vez más que en la unidad es que está la fuerza salvadora de las injusticias gubernamentales. Con su victoria, la clase media pasa a situarse en el cenit de la gloria social.