Este viernes, a las seis de la tarde, invitada por el Centro Perello y acompañada por el poeta Héctor Inchaustegui Cabral, llegara la doctora Andrea Evangelina Rodríguez Perozo a la patria del café, a la ruta del mango y la sal, a Baní.
Armada con sus gofios, Evangelina se apresta a visitar al poeta que para sobrevivir vendió dulces de guayaba, junto a su madre y esposa, que luego salía a vender por la ciudad. Empero no es la venta de dulces lo que los une, es el mismo canto:
“Patria, jaula de bambúes, para un mundo que no tiene alas, patria, palabra hueca y torpe para mi, mientras los hombres miren con desprecio los sucios y arrugados pies, y maldigan las proles largas, y en cada cruce de caminos claven una bandera, para lucir sus colores y nada más”.
Y, la misma certeza: “Estos patrones que tengo no me sirven, mañana habrá otro sentido y otro rumbo, urgencias nuevas, creencias de las cuales podremos reir por adelantado, esto que es bello ya no lo será, cuanto parece justo no será de rectos hombres, y podrá lo malo ser bueno. …Olvido es padecer, sufrir con certeza, de que todo lo humano es pasajero”.
Y, la misma preocupación:
“Todos con la misma palabra, sin entenderse. Todos con los mismos vestidos sin reconocerse. Cada quien en su móvil prisión, empujando, chocando con las prisiones ajenas, maldiciendo, la raíz común del infierno”.
Y, la misma condición:
“Estoy solo, solo con el eco de mis palabras y el amargor de mi boca, y la retama de mis pensamientos. Solo como un espejo roto”, pero un espejo que se recompone y encuentra en las campiñas del Cibao la paz que tanto busca, el magisterio que ha de salvarle de si mismo, el verde que no encontrara Evangelina, o por lo menos otro verde, porque la caña es verde en su verdor de sudor y muerte.
Llega Evangelina a Baní, por Alain y Julia, por el amor de Redames, de Ruth, de Marjorie, de Carmen, de Santiago, de Héctor, de José Enrique, de Miladi, de Fidelito; para con Héctor Inchaustegui Cabral decirle este viernes 29, a las seis, en el Centro Perello:
“Déjame echar sobre tu cuerpo que se deshace, esta manta vieja y un poco de tierra.
No es decente podrirse en el asfalto de la calle, y que crujan tus huesos Bajo las llantas de los automóviles veloces”.
Es una manta de amor Evangelina, tejida contra el olvido por tod@s los hombres y mujeres, buen@s del país. Es otro templo para tu virgen de La Altagracia, para que ella también descanse, no ya en tu desgreñada cabeza, sino en los brazos de Baní.
Chiqui Vicioso
luisavicioso21@gmail.com