Dicen que el año entrante o el que sigue, el Comité Nobel noruego otorgaría el Nobel de la Paz al presidente Donald Trump, más aún si se llega a consolidar el Plan de Paz que ha promovido entre Israel y Hamas, pero este viernes el galardón fue otorgado a María Corina Machado, líder de la oposición política en Venezuela.
Hay quienes dicen que poner fin a matanza israelí en Gaza tiene más significado que encabezar un movimiento en busca del desplazamiento del régimen de Nicolás Maduro, pero Oslo ha escogido a Machado “por su incansable trabajo promoviendo los derechos democráticos”.
No resulta temerario suponer que, con la designación de Machado, el Comité Nobel, tomó un bajadero para obviar presiones para que ese premio fuera otorgado a Trump, quien desplegó buques de guerra y un submarino frente a Venezuela, con el mismo objetivo que ha tenido la galardonada, el de desalojar a Maduro.
Ese Plan de Paz fue anunciado el jueves último, un día antes de que el presidente de los premios Nobel, Jorge Watne Frydnes, informara por teléfono a Machado, que había sido escogida Premio Nobel de la Paz, lo que hace suponer que Trump no ganó ese galardón porque no presentó a tiempo el acuerdo de cese al fuego en Gaza, ni logro echar del Poder a Nicolás Maduro antes del viernes.
María Corina Machado recibió el Nobel de la Paz por sus esfuerzos por lograr “una transición, justa y pacífica de la dictadura a la democracia”, que sería el mismo objetivo que tendría el inquilino de la Casa Blanca, que también presiona la salida de Maduro, con excepción de la expresión “justa y pacífica”.
Los presidentes estadounidenses galardonados con el Nobel de la Paz son Woodrow Wilson, por su papel en la creación de la Sociedad de Naciones; Jimmy Carter “por su labor para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales (Acuerdo de Camps David, Tratado Salt II con la URSS, tratados sobre el canal de Panamá), y Barack Obama, por sus esfuerzos en pro del desarme nuclear.
El premio Nobel a Machado ha sorprendido al mundo y, obviamente a la propia galardonada, no porque fuera inmerecido, sino porque otros 238 postulantes quizás reunían una hoja de vida pública más abultada en materia de promoción de los derechos humanos y de las libertades públicas.
Si el Comité de Oslo concedió el Nobel de la Paz a la señora Machado por ser “uno de los ejemplos más extraordinarios de coraje civil en América Latina”, tendría que otorgarlo al presidente Trump, por el fin de la matanza de Gaza y más si logra, con o sin sus cañoneras, desalojar del poder a Nicolás Maduro.