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¿Por qué se va Miriam?

¿Por qué se va Miriam?

Luis Pérez Casanova

La procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, explicó las razones por las que deja el cargo que ocupa desde el 16 de agosto de 2020. Además de “diferencias irreconciliables” con quienes se suponen sus subalternos, la magistrada confesó que ha sido víctima de descalificaciones y de feroces e irracionales ataques personales, exentos, como dijo, de cualquier traza de equilibrio y hasta de honestidad.

Aunque no claudicó frente a la presión de sectores que, según ella, entienden la justicia como un juego de intereses individuales, sin necesidad de entrar en detalles, y no “una vocación sagrada”, comprendió que para preservar su salud y estar más cerca de sus familiares lo mejor era dejar el cargo. Con ella se marcha la única esperanza que se tenía de por lo menos reducir a su mínima expresión esa impunidad que ofende a la nación y avanzar en la lucha contra el saqueo de los recursos públicos.

Germán Brito encontró en la Procuraduría General de la República una estructura que no pudo desmontar. Hasta fiscales integraban redes para para proteger a presuntos delincuentes por medio de la eliminación de los registros penales, además de vinculados al tráfico de indocumentados y sabrá Dios a cuantas diabluras más. El boicot a su gestión se evidenció con la inercia para profundizar investigaciones sobre escándalos que hoy representan una ominosa mancha para el sistema judicial.

Entre los factores que subyacen en la decisión hay que incluir una estructura bien arraigada, que en lugar de contribuir a adecentar el sistema para fortalecer sus funciones, como Miriam Germán se ha propuesto, ha hecho todo lo contrario. El boicot a su gestión ha alimentado la desilusión y desconfianza en los diversos sectores en la lucha contra la corrupción.

A diferencia del pasado, cuando predominaban las retaliaciones políticas, se esperaba que en la presente administración los expedientes estarían bien elaborados para evitar que naufraguen por falta de pruebas. Pero haciendo lo mismo, como dijo Einstein, no se puede esperar cambios.

Miriam se va con la frente en alto e incluso hasta con un buen legado en materia de transparencia e institucionalidad. Pero se va. Y lo hace porque, aunque no lo expresara, le resultaba casi imposible desmontar la bien enquistada estructura que responde más a intereses particulares que a la justicia. Sabía que por su integridad, su nombramiento jamás sería bien visto en algunas áreas.

Lo que no se imaginó es que se encontraría con una conspiración permanente en la propia instancia judicial para hacerla saltar cuanto antes por considerarla una amenaza para intereses espurios.