UTESA, cuarenta años

Las instituciones dominicanas, públicas y privadas, suelen ser temporales, esto se debe quizás al hecho de que los dominicanos somos inconstantes, poco dedicados a la preservación de las mismas y porque se inclinan las gentes más a la destrucción que a elevar y sostener de las que al perdurar, conservan la memoria histórica y social de la República, y más que con simpatía, con beneplácito; el arribo de la Universidad Tecnológica de Santiago, popularmente conocida por las siglas de su nombre UTESA, a los cuarenta años de existencia, tiempo a lo largo del cual se han multiplicado de manera permanente, los recintos proliferaron por ciudades diversas, profesionales, encontraron oficios para la formación de otros nuevos profesionales y estos a su vez han irradiado luz de conocimiento por toda la Geografía patria.

Cierto es, muchos pensamientos se han puesto al servicio del objetivo de expandir esta obra de bien educativo, y no es menos cierto que la hazaña en sus raíces y también en el proceso evolutivo, tienen un nombre único, el nombre del fundador de la obra social y educativa de UTESA, que es el del Dr. Príamo Rodríguez Castillo.

Sin la inspirada labor cotidiana de este ser incansable, tal vez UTESA no sería lo que es hoy, y quién sabe si de existir se concentraría en la ciudad en que vio la luz por primera vez, lo que con el andar del tiempo se ha convertido en la universidad privada más grande del país basada en el número de estudiantes, en la cantidad de recintos existentes, y por el numero de egresados, salidos de ese templo del saber.

Sin dudas, la celebración de los cuarenta años debe de centrarse en la figura del fundador y rector de la misma, pulso de dirección y fundamento de la obra educativa, que asombra a quienes encuentran al interior de la misma, pero también a quienes desde afuera admiran su constante crecimiento.