Lo bueno posible se logra pretendiendo lo imposible mejor”. La realidad del contenido filosófico de esta expresión es la base del desarrollo técnico, económico y social, que ha alcanzado la humanidad.

Cada cierto tiempo leemos titulares que nos parecen ilusiones, por ejemplo: “Tolerancia cero contra la delincuencia”. “Jornada para eliminar la corrupción”, entre otros. Esas afirmaciones que consideramos imposibles de lograr son estímulos para alcanzar lo bueno posible.

Ese criterio debería estar presente en todo proyecto altruista (público o privado), a fin de que las metas propuestas garanticen el éxito de estos. Como todo país, tenemos una infinidad de temas pendientes, lo sensato seria determinar la prioridad que representan. Soy de opinión que preservar el ecosistema y el uso racional del agua constituyen las esenciales.

En ese sentido, sugiero que las instituciones gubernamentales vinculadas directamente al tema, como son: Ministerio de Medio Ambiente, INDRHI, INAPA y todos los acueductos de la geografía nacional, se pongan de acuerdo para concebir y formular un proyecto cuyo lema sea: “El agua es vida… no la desperdicie”, el cual es de la autoría del narrador de beisbol Pupo Cordero, fallecido hace ya algunas décadas.

El lema, por su pragmatismo, es fácil de asimilar. Si se sustenta con un proyecto integral formulado por las instituciones gubernamentales antes mencionadas, tengo la plena seguridad de que si se forja como meta: “lo imposible mejor”: (aprovechar el agua al 100 %), alcanzaríamos “lo bueno posible”. O sea: la gran mayoría de los habitantes del territorio dominicano dispondría de agua potable.

Partiendo de esa premisa, podríamos asegurar que plantearse como meta “lo imposible mejor” para desarrollar las ideas y los proyectos, representa la locomotora del tren de la vida. Siendo así, ¡Arranquemos, no hay tiempo que perder! Dicen los chinos que las distancias largas se acortan dando el primer paso. ¡adelante autoridades!