Resulta alentadora la noticia de que en el Centro Médico de la Universidad Central del Este (UCE) no ha muerto ninguna persona a causa del virus H1N1, aunque ciertamente un ingeniero falleció en la capital y el director de ese establecimiento confirma que una paciente ha sido recluida “con un cuadro respiratorio agudo y grave” con la confirmación de que padece esa enfermedad.
El doctor Carlos Tavárez confirma también que la paciente afectada con ese virus, Rosa Elvira Robles, funge como encargada de la farmacia del hospital Francisco Gonzalvo, de La Romana, desde donde fue trasladada e ingresada a la sala de Cuidados Intensivos del hospital universitario UCE.
Es obvio que personal médico y paramédico que tuvo contacto con la paciente ha sido colocado en riesgo de contaminación, pero al menos en el caso del Centro UCE, se ha dicho que ninguna persona ha presentado síntomas o signos de la enfermedad.
El episodio médico que confirma la presencia del virus H1N1 en una paciente que labora en un hospital público, debería ser asumido como preocupante señal del peligro de expansión de algún brote ya sea de esta enfermedad de consecuencias mayores o cualquier otro tipo del virus de Influenza A, que se expresa en un modelo de gripe más virulenta que la común.
La ministra de Salud Pública, doctora Altagracia Guzmán Marcelino, ha advertido que cada año esos tipos de virus se transforman, por lo que anualmente se ofrecen nuevas vacunas para prevenirlos, lo que obliga a las autoridades a implementar un amplio programa de vacunación con la vacuna de la última cepa.
Sin ánimo de alarmar, es menester instar a las autoridades a enfrentar con prontitud o sentido de oportunidad la propagación de esos diferentes tipos de virus, que se combaten, además de la correspondiente vacunación de la población vulnerable, con campaña educativa para promover la higiene personal.
Ojalá no hubiese ocurrido la muerte de un ingeniero a causa del virus H1N1, y no debería ocultarse que ya se registra al menos un caso de paciente infectado gravemente, por lo que lo sensato y prudente sería que en todos los centros asistenciales se asuma el protocolo recomendado para prevenir o detectar esta enfermedad.
Por lo pronto, se recomienda a la ciudadanía lavarse las manos con agua y jabón de manera recurrente y cubrirse la boca al momento de estornudar. El resto de la prevención queda a cargo de las autoridades de Salud, Colegio Médico y sociedades médicas especializadas.