Hipólito
Hipólito es Hipólito. Siempre le ha importado un comino hablar cuando tiene que hablar, para decir lo que no tiene que decir.
Ha vuelto a demostrar que las normas no pasan de enunciados, porque al fin y al cabo cuenta la voluntad.
La confusión que ha creado al dejar en libertad a los diputados que apoyan su retorno al poder para que decidan sobre la reforma constitucional “porque no pone trabas a nadie” es propia de su discurso.
Hipólito Mejía no llamó a apoyar la revisión de la Carta Magna, pero tampoco acató la decisión de su partido (PRM) para que se rechace cualquier iniciativa en ese sentido.
Al refugiarse en lo personal, reiterando que él sí se respeta, Hipólito amplió el abanico de interrogantes sobre su militancia política. Se entiende que nadie, por más importante que sea, puede considerarse por encima o al margen de las instituciones. Pero ese no es el caso de Hipólito.

