Respiro
Se trata de un gran respiro, pero el calvario del expresidente de Brasil, Lula da Silva, no ha terminado con la libertad ordenada por el Tribunal Supremo tras 580 días en prisión. No solo carga con una sentencia de 8 años y 10 meses de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, sino que todavía tiene otros procesos abiertos por diferentes acusaciones.
La decisión que ha beneficiado al popular líder del Partido de los Trabajadores de Brasil se basó en la inconstitucionalidad de la prisión debido a que se le condenó antes de que se agotaran todos los recursos ante la Justicia.
Lula tendrá que luchar para demostrar que es inocente del rosario de acusaciones derivadas del escándalo de corrupción de Lava Jato.
Por supuesto que en libertad está en condiciones más ventajosas para la dura batalla judicial que tiene por delante con un sistema que ha demostrado ser implacable.

