Al parecer, los miembros del Partido Revolucionario Moderno que impulsan proyectos presidenciales y que andan desbocados, buscando dirigentes afines a sus aspiraciones a destiempo, han olvidado el origen de ese partido y las circunstancias en que llegó al poder.

Por más poses que asuman los aspirantes, solamente el doctor Guido Gómez Mazara, ha asumido una posición intransigente en el sentido de que el único proyecto que se debe asumir en estos momentos: es gobernar bien para conservar los espacios electorales y el respeto del pueblo dominicano.

En vez de asumir el sinsentido de atrapar el cielo por asalto, los presidenciables que ebullen las bases de ese partido con proyectos indelicados, deben concentrarse en sus funciones. Pienso que ha sido muy correcta la posición de Guido Gómez, de enfrentar valientemente y de una manera pública la temeraria actitud de sus compañeros de partido.

Quienes no se detienen en sus afanes presidenciales, deben preguntarse el porqué el PRI, de México, recuperó el poder, después de estar 12 años en la oposición. Simple: la sociedad mexicana quería mejores respuestas ante el estancamiento de la economía, la corrupción, impunidad, homicidio y la falta de una postura seria ante la clase media.

El PRI volvió al poder, no por un milagro de Enrique Peña Nieto, sino por la indefinición de los líderes del Partido Acción Nacional en temas cruciales. El presidente Luis Abinader tiene conciencia plena del impacto negativo de estos proyectos presidenciales y más temprano que tarde, deberá asumir una posición contundente para evitar un deterioro en la imagen del PRM.

50 años después, los preceptos de Cornelius Castoriadis, y su preocupación por el avance de la insignificancia como reflejo a la falta de sentido político, parece adquirir vigencia en algunos dirigentes del Partido Revolucionario Moderno.

Por: Ramón Rodríguez