Antes de pretender impartir órdenes imperiales a una nación muy celosa de su soberanía, el nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) debería promover un mea culpa en el seno de esa desprestigiada institución porque sirvió de plataforma para justificar hace 50 años la grosera intervención militar de Estados Unidos contra República Dominicana.
El señor Luis Almagro parece tomar muy en serio su rol de alfil imperial al reclamar al Gobierno dominicano el cese de “los movimientos migratorios voluntarios o no en la frontera con Haití” y acciones que impliquen “la declaración de apatridia de miles de personas”.
Sin hacer caso al informe presentado por el canciller Andrés Navarro ante el Consejo Permanente de la OEA, con irrefutables argumentos sobre la legalidad y pertinencia del Plan Nacional de Regularización Migratoria que aplica el Gobierno, el secretario Almagro prefirió el camino de la injuria desbrozado de manera irresponsable por el embajador de Haití ante ese organismo, Bocchit Edmond.
El secretario de la OEA ha dispuesto enviar a Santo Domingo una “comisión de observadores” para supervisar lo que él define como “preocupante panorama migratorio”, lo que recuerda cuando ese bien llamado Ministerio de Colonias justificó en 1965 una invasión militar aquí con el ropaje de Fuerza Interamericana de Paz.
El señor Almagro, quien desde la cancillería uruguaya hizo poco para evitar o sancionar el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya, en Honduras, debería revisar la historia de hace 50 años para que entienda que en esta tierra no se acepta ni se tolera ninguna forma de colonialismo o intervención imperial.
Ante acusaciones del secretario general de la OEA y su pedido de que cese el programa de control migratorio, el Gobierno dominicano está obligado a rechazar tales insolencias y advertirle a ese procónsul que hace medio siglo este país se convirtió en el Vietnam del Caribe por no aceptar injerencismo de la OEA en su penoso rol de Ministerio de Colonias.
Con cariño
Al festejarse ayer el Día del Maestro, la sociedad toda renueva votos de admiración y aprecio hacia miles de hombres y mujeres que cada día forjan como el acero al hombre y a la mujer del mañana.
El Nacional, al reconocer y resaltar la trascendente misión de los docentes, felicita a los maestros y maestras y formula votos por su ventura personal y la de sus familiares.