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La principal actividad cultural de carácter masivo que celebramos en la República Dominicana es la Feria Internacional del Libro. Fuera de dicha actividad el acceso a la oferta cultural en nuestros pueblos y ciudades es notoriamente dispersa, en muchos casos altamente informal y en algunos lugares es inexistente.
En atención a eso en esta ocasión propongo la creación de mercados culturales municipales, donde artistas, autores literarios, y artesanos puedan vender sus obras al público en espacios habilitados para tal fin de forma permanente.
Los creadores de material y contenido cultural, especialmente los más incipientes, pasan por muchísimas dificultades para poder colocar sus producciones al alcance del público en general. Sean escultores, pintores, escritores, músicos, artesanos, etc. exponer estos tipos de trabajos es notoriamente difícil en nuestro país y, como lo demuestra la Feria Internacional del Libro, no necesariamente por falta de demanda, sino más bien por falta de espacios o capital para crearlos.
Honestamente no veo por qué deberíamos tener preferencias de si estos se hacen a nivel municipal o de manera centralizada como el actual Mercadom, lo importante es que puedan ser creados estos espacios y estimular la oferta manteniendo la burocracia únicamente para lo estrictamente necesario, definiéndoles como zonas libres de impuestos e incorporándoles como parte de la oferta turística de nuestros pueblos y ciudades.
Adicionalmente se puede estimular la formalidad de las compras realizadas en estos espacios incluyendo puntos de ventas compartidos administrados por un intermediario, que pudiera ser gubernamental, que se encargue del procesamiento de los pagos, la liquidación y distribución para las ventas realizadas por individuos y negocios informales dentro del mercado.
Por razones obvias, estos espacios deben estar diseñados y construidos con el enfoque de resaltar la oferta cultural de la República Dominicana orientados a exponer la misma como parte de nuestra ofert turística interna y externa, y deben ser inclusivos con especial interés en que la mayoría de los espacios sean utilizados por oferentes culturales habitualmente excluidos o relegados.
La cultura dominicana es rica en sus múltiples manifestaciones y debe ser motivo de nuestro orgullo. Como tal, debemos crearle los espacios para que esta florezca de manera continua en espacios habilitados para ese fin, con el beneficio agregado de que puedan contribuir a la experiencia de vida en nuestros pueblos y ciudades, y nuestra oferta turística como país.
Los mercados culturales municipales contribuirían de forma significativa en ese sentido, y podría crear un sentimiento nacional de promoción de nuestra cultura. Es importante que el beneficio económico no sea limitado a productores de contenido cultural sino que este se extienda en favor de todas las comunidades donde este tipo de mercados operen.