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Proyecto humano

Proyecto humano

Luis Pérez Casanova

Todos sabemos que circunstancias muy especiales como la inflación que se propaga por el planeta derivada de la invasión a Ucrania y las secuelas de la pandemia sanitaria fueron las que determinaron que el presidente Luis Abinader sometiera al Congreso el proyecto de ley para eliminar los aranceles a 67 productos de la canasta familiar. Abinader, a quien se tiene que reconocer que ha sido diligente en cuanto a encarar los desafíos propiciados por factores externos e internos, no ha sido el primero ni el único gobernante en proponer tasa cero a diferentes artículos para garantizar la alimentación de los sectores más desposeídos.

Lo había hecho la muy admirada China, mientras que en la región países como Colombia y Brasil, entre otros, han tomado la misma iniciativa.

El Gobierno al que se acusa de atentar contra los productores por proteger al consumidor frente a una inflación que ha golpeado a potencias como Estados Unidos (la más elevada en 40 años), Italia, España, Francia y Alemania es el mismo que antes de que se agravara la crisis de los precios había destinado 5,000 millones de pesos para recuperar la agropecuaria. Y el que ahora acaba de disponer de 10 mil millones de pesos a través del Banco de Reservas para pignorar la producción arrocera. Lejos de indolentes, las actuales autoridades han sido consecuentes con el agro, gracias a lo cual no ha habido escasez de ningún rubro.

A pesar de las difíciles condiciones económicas y sociales en que asumió las riendas del poder y sin una reforma fiscal para incrementar los ingresos, con la eliminación de los aranceles el Gobierno se sacrifica con los cuantiosos recursos que deja de recibir para beneficiar a los consumidores, en el entendido de que “comer es primero”. Con la reducción al mínimo del gasto superfluo, persecución de la corrupción y la prioridad de las inversiones no se le puede pedir más a una administración a la que por el celo que exhibe en la erogación de los fondos se le suele calificar de tacaña.

Pero, con el evidente propósito de obtenerse algún rédito político, se ha incurrido en el error de confundir y subestimar la capacidad de trabajo de un equipo técnico que no se ha caracterizado por la improvisación, sino por la prudencia.
El revuelo que se ha tratado de crear con la tasa cero remite a los escándalos con las famosas subastas de los permisos de importación que otorgaba el Ministerio de Agricultura.

El agro estaba tan desprotegido y abandonado que ni siquiera en la gestión de un técnico como Osmar Benítez se pudo impulsar la producción más allá de las estadísticas. Aunque se quiera manipular la propuesta, eliminar por seis meses los aranceles no supone tampoco una licencia para importar a diestra y siniestra.