La sociedad reacciona con sorpresa, indignación y temor ante el asalto perpetrado ayer por tres individuos armados contra una sucursal bancaria en la avenida Luperón, donde asesinaron al guardián del establecimiento y cargaron con casi dos millones de pesos.
Se trata del segundo asalto a bancos perpetrado por grupos armados en una semana. El 23 de este mes, tres hombres con pasamontañas y chalecos antibala atracaron una oficina bancaria ubicada en la avenida Sabana larga, de Santo Domingo Este, desde donde cargaron con una suma no precisada de dinero.
El 6 de junio, otro comando armado atracó un camión de transporte de valores de otro banco que transitaba por el Ensanche Ozama, durante el cual asesinaron al conductor. Hay razones, pues, para la preocupación y el temor.
Aunque la Policía ha dicho que detuvo a tres presuntos implicados en el atraco de ayer y que tiene identificados a quienes perpetraron el asalto de hace una semana contra la sucursal bancaria de la avenida Sabana Larga, se requiere mover cielo y tierra para determinar si ambos hechos tienen algún tipo de conexión.
No es común que en una semana se perpetren dos atracos contra sucursales de bancos diferentes, ubicadas en vías comerciales muy concurridas en el Distrito Nacional y provincia Santo Domingo, como tampoco se puede pasar por alto que esos hechos fueron cometidos por gente diestra en manejo de armas y planificación del crimen.
Las autoridades están compelidas a despejar todo tipo de conjeturas que se tejen con relación a esos asaltos, así como al atraco perpetrado contra el vehículo que transportaba dinero de un tercer banco, durante el cual los delincuentes asesinaron a su conductor.
Testigos del asalto a la oficina bancaria de la avenida Luperón afirman que uno de los maleantes ejecutó de un balazo al pecho al guardián, como si de antemano se deseaba producir un asesinato durante la comisión de ese atraco.
Policía y Ministerio Público tienen el reto, no solo de identificar a los responsables de esos asaltos a bancos, sino también de establecer posibles conexiones o si tales sucesos de violencia se escenifican con la intención de producir en la ciudadanía una sensación generalizada de preocupación o miedo. Que nada se descarte.