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Juego trancado

Si el presidente Barack Obama quiere que Estados Unidos cumpla con el pago de la deuda y no caiga en recesión, entonces tendrá que ceder en algo ante el chantaje de la revitalizada oposición.

El fracaso del encuentro de 90 minutos que el mandatario encabezó con legisladores republicanos y demócratas no es un buen síntoma para superar los obstáculos que han determinado el cierre parcial del Gobierno estadounidense. Con el juego trancado la oposición, que privilegia sus intereses frente a la suerte de la mayoría, busca vincular un presupuesto a largo plazo con el debate de la reforma sanitaria, una de las principales conquistas sociales de Obama.

Aunque no están dispuestos a dejarse torcer el brazo, a los demócratas no les quedan muchas opciones para evitar que el cierre parcial del Gobierno degenere en suspensión de pago y en recesión.

Entonces no solo Estados Unidos, sino el mundo comenzarán a sentir los efectos del pulso que la oposición republicana echa con el Gobierno para anular conquistas que benefician a las grandes mayorías. Para evitar una catástrofe, el presidente Obama, que por ahora se ha plantado ante la presión de sus rivales, está compelido a reflexionar y ceder en algo. Máxime cuando demostrado está que a los republicanos no les importan las consecuencias, sino preservar sus variados intereses.

Sudelka Garcia

Periodista de El Nacional Digital