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Tanto el Gobierno como la oposición de Venezuela se han ocupado de minar el diálogo para encarar la crisis de la nación que reiniciarán este jueves en República Dominicana.

El Gobierno porque ha declarado que los resultados nada cambiarían y la oposición por sus crecientes contradicciones internas.

El escenario es tan difuso que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, considera que solo con más sanciones económicas a Venezuela se puede garantizar que el presidente Nicolás Maduro cumpla los acuerdos a que se arriben aquí.

Pero también para conseguir que el Gobierno, que ha tenido un respiro con el aumento de los precios del petróleo, trille los senderos del sistema democrático. Almagro sabe que en las negociaciones, por la división y la debilidad de la oposición, el Gobierno de Maduro tiene todas las de salirse con las suyas.

Por eso apela a sanciones cada vez más duras para presionar al régimen a que estructure un proceso electoral claro, con la presencia de observadores internacionales.

En torno a las negociaciones, calificadas de protocolares por funcionarios como Diosdado Cabello, la oposición no se ha puesto de acuerdo, aunque coincide en demandas como la liberación de los presos políticos y la reestructuración del Consejo Electoral.

Pero son más las desavenencias sobre la salida a la crisis. El panorama plantea que el problema de Venezuela no depende solo del diálogo del Gobierno y la oposición, sino del papel que asuma en la crisis la comunidad internacional.

El Nacional

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