De Quirinito
Ni rastro
Con las garantías ofrecidas por el procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, podía creerse que a estas alturas del juego se conocería de la suerte del sicario Alejandro Castillo Paniagua (Quirinito). Pero el tiempo pasa y las autoridades, que dicen haber desplegado un intenso operativo para dar con el paradero del misterioso personaje, parece que no tienen el mínimo rastro.
Hasta las investigaciones para establecer las circunstancias con que Quirinito fue beneficiado con una prisión domiciliaria dejan la impresión de estar en un punto muerto.
Además de Rodríguez sobre el caso Quirinito han alardeado de las acciones el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán; el director del Departamento de Investigaciones (DNI), Sigfrido Pared Pérez, y el director de la Policía, Ney Aldrin Batista Almonte. Mientras el misterio que rodea la suspicaz desaparición del sicario se torna más denso, en la opinión pública crece la percepción de que el fugitivo goza de algún tipo de protección.
Y lo cierto es que cuesta aceptar que Quirinito, a quien se le había reducido la condena y enviado a un centro de rehabilitación en San Francisco de Macorís para estar cerca de su familia, se haya esfumado sin dejar huellas y sin algún tipo de protección.
En lo que es ubicado las autoridades son las únicas sospechosas del vergonzoso caso. Y tal vez es importante que se tenga presente que se corre un gran riesgo si el silencio es parte de una estrategia para sacar el caso de agenda o en procura de algún golpe de efecto a posteriori.

