Caso Pedernales
Malestar
Cierto que no se puede incurrir en excesos ni mucho menos en tomar la justicia en las manos, pero los sucesos de Pedernales amplifican el malestar con la masiva inmigración haitiana. Tanto las autoridades dominicanas colo las haitianas tienen que evaluar los incidentes en su justa dimensión, al margen de los odios y fanatismo que se han fomentado a través del tiempo.
El detonante de la confrontación, que obligó al Gobierno a desplazar un contingente de militares a la zona, había sido la muerte de una pareja de esposos por tres supuestos nacionales haitianos.
En medio de la tensión que se vive con la masiva presencia de ciudadanos de la vecina República, sin importar que sean legales o ilegales, el más simple suceso adquiere rápidamente la fuerza de un huracán social.
Antes que tildar como cacería de brujas orquestada por las autoridades dominicanas, medios haitianos como el periódico Le Nouvelliste deben examinar con más ecuanimidad un conflicto que tiene muchas aristas.
Indignada por crímenes y otras acciones que contrastan con las buenas costumbres, la comunidad de Pedernales se movilizó para reclamar justicia por la muerte del agricultor Reyes Pérez y su esposa Neida Féliz Urbáez.
Que en el calor de la protesta se incurriera en algún exceso no puede tipificarse como parte de ninguna trama, sino de la exasperación que reina en la población por el crimen y los problemas migratorios. No es para echar más sal a la herida.

