De corrupción, otra víctima
El defenestrado presidente del Gobierno español es otra víctima de la corrupción. Tras resistirse a renunciar bajo el alegato de que su Gobierno no había sido condenado por las irregularidades del caso Gürtel, Rajoy pasó por la afrenta de que lo destituyeran.
La sentencia que condenó al Partido Popular y altos dirigentes de la organización que sirvieron en importantes cargos en su Gobierno generó la moción de censura propuesta por su sustituto, el socialista Pedro Sánchez. Es obvio que Rajoy estaba confiado en que no se conseguirían los 180 votos necesarios para sacarlo del poder.
Por estos predios el caso Rajoy debe verse como otro aviso en la lucha contra la corrupción. Lo de España se conecta con la renuncia del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, y la destitución y condena del vicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, por los escándalos de sobornos de la constructora Odebrecht.
Kuczynski optó por renunciar antes que el Congreso votara sobre una destitución que parecía inminente. En la sentencia que condenó al PP se documentó hasta boletos aéreos facilitados por empresarios a familiares de funcionarios.
Sánchez, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), asume el poder con la desafiante misión no solo de combatir la corrupción, sino de enfrentar los aprestos secesionistas de los catalanes. Un panorama escabroso en una nación dividida. En la lucha contra la corrupción, el caso Rajoy tiene, por sus repercusiones, un gran peso. Aunque él no fuera imputado.

