Violencia
Arde Nicaragua
La sangre ha vuelto a correr a borbotones en las calles de Nicaragua. Los alrededor de 15 muertos y decenas de heridos y detenidos en la protesta del miércoles contra el presidente Daniel Ortega, y otros cuatro sábado y domingo, ofrece una tétrica dimensión de la crisis que sacude a Nicaragua desde que en abril el pueblo tomó las calles para repudiar la modificación de la seguridad social. Con los caídos en la violenta represión que se atribuye a la Policía y a bandas paramilitares son más de 100 los fallecidos en las protestas en las que también se demanda la salida del poder de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
Si la represión mostró la vesania del régimen, la gigantesca manifestación, encabezada por las madres de las víctimas, también evidenció la determinación del pueblo de arriesgar la vida en demanda de justicia contra los victimarios y por la salida del poder de los jefes del Frente Sandinista. La Conferencia del Episcopado, grupos de derechos humanos, a los que no se ha permitido participar en las investigaciones oficiales de la sangrienta represión, así como otras entidades de la sociedad civil han responsabilizado al Gobierno de la masacre contra la población.
Pero lejos de amedrentarse por la brutal represión, los estudiantes universitarios y otros sectores, que son quienes han levantado la antorcha, siguen atrincherados en reclamo de la renuncia de Ortega y la convocatoria de elecciones. Con una atmósfera tan candente el panorama en Nicaragua es impredecible.

