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Feminicidios

Plaga desafiante

Los feminicidios son una dolorosa realidad frente a la cual las políticas públicas no han surtido el menor efecto. Las cuatro mujeres ultimadas por sus parejas o exparejas en menos de 12 horas son una aterradora señal de un mal con profundas raíces sociales.

Nunca antes en tan poco tiempo habían ocurrido tantos feminicidios. Los discursos que defienden a la mujer, las marchas, las teorías ni la propaganda han evitado la violencia intrafamiliar, que tiene en los feminicidios la nota más aterradora. Los crímenes de Anabel Paulino, Bélgica Jiménez, Carmen Núñez y Kenia Encarnación disparan el desafío que representa una violación en la que se conjugan muchos factores.

Para más convulsión una funcionaria del Ministerio de la Mujer dijo que los crímenes de Dajabón pudieron evitarse. Aunque en cada feminicidio el primer elemento que aflora, la mayoría de las veces, es el de tipo pasional. La realidad indica que no es solo con campañas sino con iniciativas eficaces, de la que no se excluya ningún factor, como se puede combatir el lacerante mal social.

Si las autoridades entendían que la epidemia había cedido como resultado de sus políticas, los sucesos plantean una revisión de tales iniciativas.

Tal vez no guardan relación, pero tampoco se puede negar que los feminicidios y los alarmantes embarazos de adolescentes, en torno a los cuales han alertado entidades internacionales, se combinan para presentar un cuadro tenebroso sobre la mujer y la familia.

El Nacional

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