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Nicaragua  sube presión.-

El diálogo para buscar una salida a la crisis de Nicaragua que el presidente Daniel Ortega pidió a la Iglesia católica no ha creado ni siquiera expectativas sobre un eventual acuerdo para reconciliación de la nación.

En la víspera, Managua y las ciudades más importantes fueron paralizadas por la clase empresarial, aliada del Gobierno hasta que estallaron los disturbios sociales, y otros sectores que insisten en que la salida a la crisis pasa por la renuncia de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. Desde que comenzaron las protestas contra una reforma de la seguridad social, el 18 de abril, han muerto hasta la fecha unas 160 personas.

La violenta represión desatada por el Gobierno ha motivado la unidad de variados sectores para reclamar como solución a la crisis social y política la salida del poder de los sandinistas.

Al aceptar reanudar las conversaciones, el gobernante parece más bien acorralado que con alguna carta bajo la manga. Ortega, que pausó la primera ronda del diálogo para analizar los reclamos de la población, habría propuesto adelantar la celebración de las elecciones, pero sin poner fecha ni definir tanto la participación suya como la de su esposa.

Con la radicalización de la oposición al sandinismo, la Iglesia católica, que ha hecho duros pronunciamientos contra el Gobierno, tendrá que desplegar toda su capacidad persuasiva en procura de un entendimiento. Como se dice por aquí, el panorama está color de hormiga.

El Nacional

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