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En Nicaragua

Giro en crisis

La crisis en Nicaragua está supuesta a trascender las fronteras con la confrontación que se anticipa entre la misión designada por la Organización de Estados Americanos (OEA) para investigar los violentos acontecimientos y el Gobierno del presidente Daniel Ortega. Ya la Asamblea Nacional, que controla el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se pronunció contra el grupo de trabajo integrado por 12 países, bajo la coordinación de Canadá y Chile, acusándolo de injerencista.

Resulta un tanto paradójico que Ortega, después de instruir a la Iglesia católica para propiciar un diálogo, sea ahora el que más se oponga a las conversaciones para explorar una salida a una crisis que de abril a la fecha ha dejado alrededor de 320 muertes.

Desde que le plantearon como alternativa a la crisis que renuncie a la Presidencia o adelante la fecha de las elecciones, en las que no podrían participar ni él ni su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, el gobernante se ha radicalizado, aferrándose más al poder.

La incontenible ola de violencia patrocinada por el Gobierno para amedrentar a la oposición ha determinado que el Consejo Permanente de la OEA designara un grupo de trabajo para abordar la crisis, integrado, además de Canadá y Chile, por Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guyana, México, Panamá y Perú. La oposición del Gobierno torna escabrosa la misión de la OEA tanto para buscar una salida a la crisis, aunque no así para establecer responsabilidades sobre las víctimas de la violencia.

El Nacional

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