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Cumbre Iberoamericana

Sin repercusión

 

El drama migratorio y la crisis política en varios países de la región constituyeron los dos grandes desafíos, que sin embargo fueron relegados, de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que acaba de celebrar en Guatemala sin pena ni gloria su XXVI encuentro con la presencia del rey Felipe VI, de España.

Conflictos como la “caravana migratoria” que partió de Honduras con destino a Estados Unidos y los problemas en Venezuela y Nicaragua fueron obviados en la declaración final de un encuentro que por demás se caracterizó por notorias ausencias.

La exhortación con que cerró el encuentro no puede ser más área, más bien el típico compromiso de decir algo. Aunque al menos recoge la desconfianza en la clase política y las instituciones, así como la necesidad de promover una estabilidad que estimule la economía y apuntale el desarrollo regional.

Cada uno de los participantes no hizo más que presumir de sus reales o supuestos logros sobre la base de sus propias estadísticas.

Además de la alarma que sonó la emigración de centroamericanos a Estados Unidos, varios países son víctimas de masivos flujos de inmigrantes. Los casos de Suramérica con los venezolanos y de República Dominicana con los haitianos son ejemplos que han de tomarse en cuenta.

Son realidades que no pueden soslayarse en cumbres como la que se acaba de celebrar en Guatemala. Por la intrascendencia el encuentro dejó un sabor a último acto.

El Nacional

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