Página Dos Pulsaciones

Radar

Radar

Deplorable

Espectáculo cura

Por más permisividad que haya -y por más irritante que sea- en modo alguno se justifica la insubordinación del párroco de la iglesia de Santiago que ofició un misa en la calle porque a los feligreses no les permiten estacionar sus vehículos frente al templo. El espectáculo protagonizado por el padre Carlos Santana no solo fue de mal gusto, sino una deplorable violación al principio de autoridad.

El tránsito de vehículos y peatones por la vía quedó interrumpido porque los asistentes a la eucaristía ocuparon un tramo con sillas, sin permiso de ninguna autoridad. La medida del Ayuntamiento para ordenar el tránsito en Santiago podrá ser odiosa, pero la rebeldía que protagonizó el religioso no es la manera de enfrentarla.

De la violación haber sido ejecutada por otra persona de menor peso social de seguro que las autoridades la hubieran detenido. Si el estacionamiento está prohibido, el párroco de la Iglesia Divino Niño tenía muchos otros escenarios para exponer su inconformidad antes que protagonizar un inaceptable desafío a las leyes y el orden público.

Tras censurarse la rebeldía del sacerdote debe motivar a las autoridades edilicias para analizar fríamente la eficacia de las medidas que ha adoptado para regular el tránsito y las actividades en el municipio. Aunque muchos desafíos al principio de autoridad deriven de las frecuentes violaciones que no se castigan con el rigor que demandan las leyes, como lo de Santiago, de ninguna manera se justifican.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación