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El endeudamiento externo de cualquier país, es un recurso que utilizan los gobiernos como alternativa de solución a los déficit fiscales.

En el caso de República Dominicana, los empréstitos comenzaron con el nacimiento mismo de la nación, pero de ahí a aprobar, de manera alegre, como hizo ayer la Cámara de Diputados un préstamo de 300 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo para guardarlos y usarlos como fondo de contingencia en caso de emergencias de grandes magnitudes, se trata de una acción irresponsable de los legisladores que se prestaron a ese desaguisado, como si no fuera suficiente el nivel de endeudamiento que tiene el país con los organismos internacionales.

Quienes gobiernan saben que el endeudamiento externo conlleva a ajustes fiscales y económicos, que a mediano plazo se transforman en impuestos y restricciones para el pueblo.

Después que esa cantidad de dólares, equivalente a 15 mil millones de pesos, esté en las arcas del Estado, algún uso se le daría.

Ojalá que no sea para pagar salarios ni amortiguar otros préstamos. Acaso los legisladores que aprobaron el nuevo préstamo desconocen que el pasado año, la deuda del sector público no financiero y del Banco Central acumuló un monto de 40,646.3 millones de dólares, lo que significó un crecimiento de 3,850.4 millones de dólares en apenas un año, para un incremento de un 10.4 % durante los últimos doce meses.