De las primas
Claras lecciones
Las primarias simultáneas del domingo evidenciaron muchas lecciones que necesariamente tendrán que ser aprendidas para transparentar y acreditar los procesos electorales. Las votaciones no pueden ser un mercado en que se denuncie la compra y venta de votos como si se tratara de una operación de lo más normal.
Pero además es obvio no solo la falta de equidad, sino el abusivo despliegue de recursos, por demás de cuestionada procedencia, para torcer la voluntad de los electores. Las primarias, al margen de los resultados, apuntalaron el elevado costo para el contribuyente de los procesos, no solo por el aporte a los partidos políticos, sino por las inversiones en la compra vulgar de voluntades.
El carácter espontáneo del voto desaparece con esa práctica comercial que de alguna manera las autoridades y los propios partidos tendrán que buscar la manera de corregir. La propaganda, que es excesiva, es una cosa, y otra la disposición de recursos para conquistar al electorado. Si los principales actores del proceso no llegan a un acuerdo para extirpar las lacras, además de no poder hablarse de elecciones libres y espontáneas, el costo del sufragio será excesivo.
No se sabrá precisamente por la reticencia a la rendición de cuentas, pero las primarias del domingo han tenido un precio extraordinario. Y no solo en la publicidad ni en la distribución de picapollo en los centros de votación, que son tal vez la muestra más insignificante, sino en otros aspectos muy conocidos.

