Muchas incógnitas
Caso mineros
Con tantas interrogantes en el aire no se pueden dar como buenas y válidas las versiones de que perecieron por asfixia y la posible inhalación de un gas tóxico, hasta ahora de origen desconocido, las tres personas cuyos cuerpos fueron encontrados en una mina de ámbar en El Valle, Hato Mayor.
No basta con lamentar la muerte de los tres mineros, quienes como muchos otros se dedicaban a buscar el producto para venderlo a artesanos o en establecimientos comerciales.
El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) hizo bien en impedir que el cuerpo de Rafael Nolasco Javalera, uno de los fallecidos, fuera sepultado sin ser examinado. Los cuerpos de los otros dos fallecidos, Eusebio de la Cruz Toribio y el haitiano Andrés Seguí habían sido examinados en la morgue del hospital de El Valle.
Los cadáveres de los tres fueron recuperados de una mina de más de 120 pies de profundidad, localizada en la comunidad Las Siete Cañadas. Es necesario que las autoridades efectúen los estudios correspondientes para determinar la procedencia de la sustancia que causó la muerte a los mineros.
Es bien sabido por demás que exploradores de ámbar y otras sustancias no toman en sus faenas ninguna prevención. Pero aunque se continúe desafiando los riesgos las autoridades deben cumplir con su deber y determinar si en las minas existen emanaciones que ponen en peligro la vida de los mineros.

