Ni aislado ni pasajero
Caso Camacho
El incidente en el Estadio Quisqueya con el presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, que derivó en la detención del joven Máximo Eladio Romero, quien le llamó corrupto, no es aislado ni pasajero. Evidencia una hiriente negligencia de entidades como la Cámara de Cuentas al no cumplir sus funciones para establecer la procedencia de la fortuna declarada por Camacho y que llevó al joven a increparlo.
No basta con que el legislador alegue que no ordenó la detención y que la Policía guarde silencio sobre un incidente que indignó a la población. Y todo por la impunidad que se ha instalado en el país respecto a las irritantes fortunas y estilo de vida principesco de funcionarios públicos y dirigentes del partido en el poder.
El presidente de la cámara legislativa, a quien se conocía como profesor de escuela y dirigente gremial, se dijo que en el 2010 poseía bienes por un monto de casi tres mil millones de pesos, además de un inmueble por el que recibía mensualmente dos millones de pesos en alquiler. Si la Cámara de Cuentas se hubiese tomado las molestias de aclarar todo lo relativo a los bienes de Camacho es posible que el caso no se hubiera producido.
Tampoco si el Ministerio Público, que parece representar más intereses políticos que colectivos, hubiera intervenido en el caso de la fortuna declarada por el prominente dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

