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En Haití

Suerte echada

 

En Haití el juego no solo está trancado, sino que las perspectivas de una salida negociada se tornan cada vez más lejanas. La oposición ha vuelto a rechazar sentarse a la mesa con el presidente Jovenel Moïse para explorar una salida a la crisis política que desde hace meses afecta a la nación.

Cerrada a banda, la única solución planteada por una oposición que tampoco cuenta con el aval de la población es la renuncia del gobernante. La crisis comenzó a agravarse desde que distintos sectores tomaron las calles en reclamo de que se investigue y castigue a los responsables del fraude por más de dos mil millones de dólares con los fondos de Petrocaribe.

En torno a los reclamos, el Gobierno no ha pasado de la destitución de funcionarios vinculados al manejo de los recursos y de la designación de una comisión que ha avanzado muy poco en el juicio contra sospechosos.

El desfalco, documentado por el Senado, habría beneficiado una empresa de Moïse cuando este todavía no gobernaba la nación.

A la demanda de justicia se agregó la inflación y el deterioro de la calidad de vida en la nación más empobrecida de la región. No existe vacío de poder, aunque Haití carezca de jefe de Gobierno, pero tampoco se está muy lejos.

Estados Unidos y la comunidad internacional han promovido el diálogo con la oposición, pero con una población tan radicalizada el instrumento, además de ser rechazado, tampoco garantiza una salida a la crisis de gobernabilidad que se ha instalado en la nación.

El Nacional

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