Atropello
Mora judicial
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis Henry Molina, pudo no satisfacer las expectativas que se habían creado con su discurso con motivo de la celebración del Día del Poder Judicial, pero no por ello dejó de tocar aspectos sensibles del sistema.
La demora para fallar procesos, que en ocasiones no es por negligencia o incompetencia, sino por intereses particulares, es también un pesado fardo que empaña la imagen del sistema judicial. Por múltiples razones la gente está más preocupada por la independencia de los jueces, pero el cúmulo de expedientes es un problema que en verdad tiene que enfrentarse con determinación y coraje.
No es una simple frase la afirmación de que justicia demorada es justicia denegada, sino una cruda realidad. Tan grave es la mora que solo la Suprema Corte de Justicia, según su titular, tiene 18 mil 357 casos pendientes de fallo. En su mea culpa por el cúmulo de expedientes Molina señaló que la justicia tardía pierde el derecho de llamarse justicia.
E indicó que no es posible “que ciudadanos y ciudadanas tengan la vida suspendida, porque no sale una decisión de los tribunales o que un derecho personal o económico sea vulnerado porque las medidas de urgencia estén en retardo”. Aunque los magistrados sean los aptos y probos, es obvio que el Poder Judicial tendrá que ejercer controles más rigurosos para enfrentar las distintas razones que provocan la mora en los tribunales, y de paso restaurar el buen crédito del sistema.

