Todavía es mucho lo que puede ocurrir de aquí al 13 de abril, pero desde ya el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha advertido que por más ingrata que sea su presencia acudirá a la Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima, Perú.
Precisamente el llamado Grupo de Lima, que conforman los 14 países más desarrollados de la región, había declarado que Maduro no sería bienvenido al encuentro, al tiempo de denunciar como una farsa las elecciones convocadas en Venezuela para el 22 de abril. En su característico estilo desafiante, el gobernante venezolano declaró que lo van a ver en Lima “porque llueva, truene o relampaguee, por aire, tierra o mar llegaré a la Cumbre de las Américas con la verdad de la patria de Simón Bolívar”.
La desafiante declaración eleva más las tensiones sobre el pulso del mandatario venezolano y la comunidad internacional. Dirá que si es guerra lo que se quiere, guerra habrá.
Tras fracasar el diálogo que durante meses se realizó en República Dominicana en busca de una fórmula para superar la crisis política, el oficialismo ha retomado la ofensiva.
En el actual escenario no deja de plantear sus interrogantes que solo una semana antes para la celebración de unos comicios que por las supuestas faltas de garantías han sido rechazados tanto por los principales partidos de oposición como por la comunidad internacional, el candidato oficialista decida concurrir al encuentro para enfrentarse de tú a tú a los países de la zona que más cuestionan su mandato.

