Editorial

Reciprocidad

Reciprocidad

El embajador de Estados Unidos ha ofrecido la noticia de que 50 agentes de aduanas y protección fronteriza tendrán a su cargo el chequeo de los pasajeros que utilicen el aeropuerto de Punta Cana como punto de ingreso al territorio estadounidense, una noticia sobre la cual no se sabe si reír o llorar.

Alguna autoridad dominicana ha debido explicar ese modelo de cooperación no recíproco, que el embajador James Brewster define como “un avance” en el proceso de interconexión a nivel internacional. Los ciudadanos deberían saber bajo cuáles premisas se autoriza que agentes extranjeros fiscalicen aeropuertos nacionales.

En ningún modo se niega que esa modalidad a cargo de personal foráneo de producir una extensión en Punta Cana de las aduanas de Estados Unidos, acelere y facilite los vuelos hacia esa nación y, por tanto, beneficia al turismo, pero es menester advertir que el asunto no es tan simple.

De lo que se trata es que un aeropuerto dominicano fungirá como terminal doméstica de todo el ensamblaje aeroportuario de Estados Unidos, sin que se sepa los alcances de reciprocidad que tendría ese acuerdo.

Quizás resulte quimérico sugerir que en el aeropuerto Kennedy, de Nueva York, se instale un área para que los miles de dominicanos que viajan a República Dominicana pasen por aduanas o área de inmigración operada por personal dominicano, para también facilitarles el viaje.

Cuando se hable de “avance” en el proceso de interconexión no debería excluirse el principio de la reciprocidad entre Estados, porque de lo contrario cualquier gesto de cooperación se convierte en la práctica en puro servilismo o crasa expresión de colonialismo.

Ojalá que el medio centenar de funcionarios aduanales estadounidenses que fijarán junto a sus familiares residencia en Punta Cana se encarguen también de facilitar el flujo libre de obstáculos no arancelarios de exportaciones dominicanas hacia ese mercado.

La Cancillería dominicana ha debido de explicar de mejor manera los pormenores de ese acuerdo que convierte una parte del aeropuerto de Punta Cana en aduana americana. Por lo pronto, el complejo de Guacanagarix aflora ante la ausencia de reciprocidad.

El Nacional

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