Opinión

Regulador imparcial

Regulador imparcial

Luis Pérez Fondeur

Cuando levantamos pesas y almorzamos pechuga con arroz buscamos eliminar grasa y fortalecer músculos. A medida que pasan los días y no vemos resultados nos decepcionamos, sin entender que no hay resultados inmediatos. Lo primero es un cambio de mentalidad para adaptarnos a un cambio en nuestra vida. Eso mismo sucede en las políticas de regulación de nuestro país. Queremos una ley y un reglamento para una situación sin adaptar el país para el cambio a largo plazo.

Los actores públicos pueden tener diferentes motivos. Si bien los funcionarios electos están supeditados a ciclos electivos, los reguladores trabajan entre otras cosas para garantizar mercados estables y competitivos a mediano y largo plazo. La implicación práctica es que los intereses divergentes, en ocasiones, ponen presión a los reguladores y allanan el camino a los intentos de ejercer influencias indebidas en las decisiones de los regulados al afectar, por ejemplo, sus aptitudes y recursos para actuar.

El ciudadano idealiza al legislador al creer que, para resolver problemas sociales, basta con promulgar leyes que definan la realidad deseable. Si esta no se conforma a sus deseos, la culpa será, según los casos, de los políticos, sobre todo de los políticos rivales, así como de quienes operan en el mercado.

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La situación paradójica de las leyes medioambiental 64-00, minera 146-71 y la 57-07 sobre energías renovables es buen ejemplo. Todas estas tienen común importancia en nuestro país ya que manejan nuestros recursos más importantes y no se adaptan para implementarse con las nuevas regulaciones. Tampoco al sistema fiscalizador y la aplicación de las nuevas tecnologías ni a los objetivos del Acuerdo de París, del que somos signatarios.

Hay un consenso creciente en que los organismos reguladores y supervisores deben ser independientes y no formar parte de la jerarquía del poder ejecutivo. Teóricamente cuando son independientes, los reguladores pueden intervenir en el mercado a resguardo de cualquier interferencia política; de esa manera se logra mayor transparencia, estabilidad y pericia para la regulación y supervisión. De hecho, hay cada vez mas pruebas de que la independencia de los reguladores acrecienta la eficacia y desarrolla mercados mas eficaces.

Así mismo los reguladores independientes tienen el derecho de establecer estas reglas de manera equidistante y se sienten motivados en hacerlas cumplir. Así mismo, si no tienen que someterse a un proceso político largo y sujeto a fuertes presiones, podrían adaptarse las reglas más rápida y flexible en respuesta a las circunstancias cambiantes del mercado mundial.

La independencia en materia de regulación y supervisión es especialmente eficaz en una cultura política positiva,

Por: Luis Pérez Fondeur

luishp07@gmail.com

El Nacional

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