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Rescatar los estadios

Rescatar los estadios

Orlando Gómez

La situación de los estadios deportivos en República Dominicana parece un problema sin solución, lucen atrapados dentro de un círculo vicioso donde la falta de interés alimenta la falta de cuidado y mantenimiento lo que a su vez multiplica la falta de interés. La mayoría de nuestros estadios deportivos hoy se presentan como monumentos al descuido por falta de recursos que no se movilizan porque no hay planes claros para su sostenibilidad financiera y esto ha impactado todos los deportes indistintamente de su popularidad.

Un ejemplo emblemático del problema es el Estadio Quisqueya Juan Marichal. No obstante ser un estadio ubicado en la capital del país, el hogar de dos de los equipos locales más populares del deporte con más seguidores entre los dominicanos, el estadio y toda su infraestructura se ve en malas condiciones y poco atractivo para recibir a los fanáticos y sus familiares.

Por décadas el sector privado (la liga y los equipos) y el Estado han venido lavándose las manos de quien debe asumir los costos del remozamiento y al final no se ha hecho nada mientras el estadio sigue deteriorándose. Ante esa situación debemos atrevernos a repensar todo desde cero. Desde las funcionalidades del estadio, la utilidad de los terrenos donde operan y hasta el nombre, absolutamente todo debe repensarse en función de maximizar su rentabilidad.

La mayoría de los estadios en nuestro país tienen un nombre asignado por ley, lo que implica una barrera legal difícil de remontar para generar una entrada de capital al estadio a través del otorgamiento de derecho de nombre o acuerdo de “branding”, como se hace en Estados Unidos y Europa.

Se necesita una ley que derogue de pleno todas las leyes que le han asignado un nombre a estadios, y faculte al Estado o municipios, según aplique, a ceder los derechos del nombre de los estadios. El que desee que un estadio lleve su nombre que pague por ese derecho, hay otras formas de celebrar la vida de nuestras leyendas del deporte.

El Estado puede crear una asociedad comercial en la que en principio este sea el único accionista para que funja como el dueño y operador de todos los estadios que hoy están puestos a su cargo. Esto le va a permitir ejecutar múltiples estrategias de gestión y financiamiento de las operaciones de los estadios dependiendo de las necesidades de cada uno.

Adicionalmente se debe entender a los estadios, de cualquier deporte, como creadores de valor no solo del espacio que ocupa sino de todo su entorno. Todo proyecto de readecuación de los estadios deben incluir en sus alrededores, como mínimo, espacios comerciales que den dinamismo a su entorno.

Esto debe incluir hoteles, bares, restaurantes, plazas y parques que complementen la oferta del estadio en si y puedan servir como un ingreso adicional para el titular de esos terrenos que, en principio, debería ser titular u operador del estadio. Esta valorización del espacio tenderá a incentivar la construcción de viviendas en las zonas cercanas y motorizar la economía de la zona.

Debemos cambiar la forma en que pensamos sobre los estadios deportivos en nuestro país, ni el Estado dominicano tiene dinero para desperdiciar en ellos ni la situación actual es sostenible, es por ello que estamos forzados a hacer las cosas de forma diferente.