¿Podría referirse al ejercicio de la diplomacia a través de los jefes de Estado, y particularmente, a la denominada “Diplomacia en la Cumbre”?
En la actualidad, la Diplomacia en la Cumbre se ha convertido en una importante herramienta generalmente usada para la resolución de asuntos relevantes a nivel internacional.
La precitada forma de ejecución de la diplomacia, implica la participación de los Jefes de Estado o de Gobierno, quienes se reúnen personalmente para negociar acuerdos, resolver crisis o fijar posiciones comunes frente a desafíos compartidos, entre otros.
Estas reuniones permiten la adopción de decisiones de alto nivel en temas tales como el comercio internacional, el cambio climático o la seguridad global.
Evidentemente, esto contrasta con lo que ocurre en la ejecución de la llamada «Diplomacia Convencional», que tiene lugar por intermedio de misiones diplomáticas, teniendo como “eje central” los respectivos Ministerios de Relaciones Exteriores.
Procede precisar, que la Diplomacia en la Cumbre no sustituye la labor de las misiones diplomáticas, más bien, se debe considerar que notablemente la complementa, con la autoridad política y simbólica que solo las máximas autoridades estatales pueden aportar en momentos clave y en circunstancias que así lo demanden.
Debe resaltarse, que a las misiones diplomáticas se les asigna una participación activa en el contexto de estas cumbres, tanto en su preparación como durante el desarrollo de las mismas, y sobre todo en el seguimiento posterior.
En particular, prestan un esencial apoyo logístico, y técnico, a los mandatarios durante el “cónclave”, y ejecutan o monitorean los compromisos asumidos una vez finalizadas las cumbres.
Cabe puntualizar, que tratadistas contemporáneos definen a la Diplomacia en la Cumbre como las negociaciones sin intermediarios entre Jefes de Estado o de Gobierno que tienen lugar en reuniones multilaterales, como las Cumbres de Mandatarios, pero también durante Visitas de Estado, Visitas Oficiales, y “ Visitas de Trabajo”.
Conviene recordar, que dichas cumbres se ocupan hoy de ciertos asuntos que hasta hace poco eran de la competencia de los Organismos Internacionales, y de otras cuestiones, que los gobiernos trataban por intermedio de sus misiones diplomáticas (Anne-Marie Slaughter).
Cabe resaltar, finalmente, que ”el ejercicio de la diplomacia a través de los Jefes de Estado” no se limita a la Diplomacia en la Cumbre, y a las variantes en la ejecución de esta última, denominadas Diplomacia Personal del Jefe de Estado, y Diplomacia Directa.
A ellos (a los Jefes de Estado) les corresponde, igualmente, la formulación y dirección de la política exterior del Estado (generalmente, con la asistencia de su Canciller, en quién suele delegar la ejecución de dicha política); asimismo la recepción de las misiones diplomáticas extranjeras, el nombramiento y envío al exterior de los agentes diplomáticos de su nación (en el caso de los Embajadores, su designación requiere en la República Dominicana la aprobación del Senado); y también la concertación, y puesta en vigor de los tratados internacionales, una vez que hayan recibido la correspondiente aprobación parla