El pleno de la Junta Central Electoral (JCE) dispuso ayer que todos los votos a nivel presidencial sean contados de manera electrónica y manual, en tanto que para los sufragios congresuales y municipales se mantendrá la disposición de contar el 15%, como estaba previsto.
Aunque el presidente de la JCE, Roberto Rosario, ha advertido que el conteo total de votos al referido nivel provocaría un retraso el día de las votaciones, esa resolución desactiva una controversia que a la postre sería muy nociva en un proceso electoral cuyo montaje ha trillado camino de transparencia.
Se resalta que la disposición de los miembros de la Junta establece que si como consecuencia del conteo manual surgiera alguna diferencia de la relación de votación que produzca el conteo electrónico, se tomaría como válida el acta que surja del conteo manual.
Es claro que, conforme a la referida resolución, el conteo electrónico se realizará primero para luego dar paso al manual, mientras que en los otros dos niveles de elección serán contados de manera electrónica.
Puede decirse que el Pleno de la JCE ha emitido una decisión sabia que en esencia defiende el criterio de que el conteo electrónico garantiza transparencia y celeridad, aunque complace a los partidos políticos que confían más en el método de contar los sufragios de manera manual.
Ojalá que la decisión de referencia, definida como irrevocable, sirva para poner fin a un diferendo que nunca debió pasar de un desacuerdo por razones técnicas, sin poner en tela de juicio el arduo trabajo de la JCE en procura de garantizar elecciones libres, concurridas y transparentes.
A once días de las votaciones generales, la Junta Central Electoral no debería ser acosada con pedimentos infinitos o temerarios por ninguna de las colectividades partidarias ni de la sociedad civil, porque el proceso electoral debe ser protegido en su integridad, como niñas de propios ojos.
Corresponde ahora a todos los intervinientes en el proceso electoral consolidar una promesa o compromiso único de respetar los resultados de las elecciones como genuina expresión de la voluntad del electorado. Sin más aspavientos.