El cambio es lo único constante». Frase leída en un cartel colgado en las paredes de un museo de China. Extraída, acaso, de rollos que datan de cinco a diez mil años. Determina los grandes pasos hacia adelante de milenaria sabiduría oriental que presenta al pensamiento occidental como un instrumento, aunque original, renovador o de reafirmación.
Heráclito, autor a quien se atribuye la sentencia introductoria, es antiguo filósofo presocrático griego que vivió entre 540 y 480 ante de Cristo, exponente de ideas de cambio que influyen determinantemente en nuevas corrientes filosóficas recientes actuales.
Entre otras ideas expuestas destaca «La confianza hace que todo sea simple». Abrevamos con fruición en los ricos e interminables módulos de un par de museos, entre ellos el de la Provincia Zhejiang, invaluable fuente de información, muestras y testimonios arqueológicos, enriquecedores y fascinantes en grado extremo.
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Llama la atención la profunda reflexión sobre las bondades, beneficios y ventajas de la confianza como factor aglutinante e impulsor de metas y objetivos. En especial por su frescura y sencillez. Por definir, sobre todo, el significado más profundo y fiel que debe prevalecer en las relaciones personales, en todos los ámbitos y niveles.
No es casual que el referido cartel relacione las ideas de cambio y confianza, partiendo de una propuesta exitosa y estable en el desempeño personal, en una constante institucional o corporativa. Más bien, colectiva.
Contextualicemos, en este punto, las premisas de confianza y cambio en el contenido sintetizado de tan valioso contenido: “Los clientes primero, los empleados después, los accionistas tercero (…) / Si no es ahora, ¿cuándo? Si no soy yo, ¿quién? / La confianza hace que todo sea simple. / El mejor desempeño de hoy es la base del mañana. / El cambio es la única constante. / Viva en serio, trabaje felizmente.”